El 3 de diciembre en Argentina, se celebró el Día del Médico. Durante casi un siglo nos acostumbramos a visitarlos en clínicas, consultorios, esperar largas horas en pequeñas salas aglutinadas de gente; o bien a recibirlos en nuestras casas. Ahora llega una nueva propuesta que se suma a todo lo anterior: la telemedicina.
Es que la atención médica tampoco escapó a la transformación digital y hoy esta modalidad, que hasta ahora sólo estaba reservada a las consultas internacionales o al trabajo entre colegas, llega a los pacientes para su uso cotidiano. Casi todas las prepagas ya la tienen, nos ofrece atención médica a través de internet. Su uso es simple. Mediante un dispositivo digital, un profesional de la salud nos recibe virtualmente con su guardapolvo blanco inmaculado y estetoscopio para recrear la escena médica de la consulta. Solo con una diferencia: la persona que nos va a atender nos mira detrás de una pantalla.
¿Suena distante? ¿Esta experiencia, aunque instantánea y sin esperas podría dejarnos con una necesidad de contacto humano? Nos quejábamos de las esperas, pero coincidíamos que, si los conocimientos y la atención del profesional lo valían, esa espera se convertía casi en un acto de estoicismo. Sin embargo, nuestro tiempo es un recurso escaso y con esta opción cobra valor.
Lo cierto es que cambia de manera radical la experiencia del paciente.
Una médica que alterna la atención presencial con esta modalidad me decía que “son las actuales circunstancias”, de alguna manera sugiriendo que además de ser lo que viene, en parte es porque el sistema sanitario está colapsado. También dijo que aquellos que necesiten más contacto no utilizarán el servicio, en definitiva, deslizó que era una cuestión de elección personal. Visto así llegarían para sumar.
Pero yendo un poquito más allá, podemos pensar que en un futuro veremos con frecuencia este tipo de prácticas médicas, impulsadas por las mismas empresas, que seguramente se sofisticarán en cuanto a diagnósticos y demás.
No obstante, la pregunta por la experiencia sigue ahí, ¿Cómo es esa experiencia cuando tenemos un problema -tan sensible – como la salud? ¿Qué pasa con la relación médico-paciente? ¿Utilizamos esta modalidad sólo para nuestras consultas más simples, inclusive las que antes dejábamos pasar y/o para consultas de seguimiento? ¿Es un recurso valioso para evitar el contagio en guardias atestadas de gente? ¿Cómo es la reacción de nuestra sociedad a mediano plazo? Digo nuestra sociedad, porque en el mundo ya funciona hace tiempo.
O planteado en otras palabras ¿Qué y cómo podríamos hacer para mejorar la experiencia del paciente?