Ana, una emprendedora de marketing le pide al chat GPT un posteo para vender sus servicios. En pocos segundos la magia sucede: el chat le devuelve un texto.
La tecnología que Ana utilizó se conoce como inteligencia artificial generativa, o IA generativa, y aunque parece magia no lo es. Los sistemas como GPT, Bing, Bard crean contenido original a partir de datos existentes que se extraen del acervo en la internet, patrimonio humano y también de personas que como Ana, les hacen preguntas.
¿Es esta una democratización de lo producido por todos nosotros? ¿Es una señal que nos indica que es momento de empezar a pensar en sus pros y contras y cómo se regulará su uso? Porque dejando de lado la sorpresa que puede causarnos, no deberíamos obviar que tarde o temprano esta magia impactará en los empleos y en la economía.
Tres empresarios del sector de IA generativa de Estados Unidos, entre quienes se encuentra Andrew Mc Afee, hicieron una prueba de este sistema con 1500 agentes de customer service.
Según los investigadores en tan solo dos meses se comprobaron los siguientes beneficios: el promedio de problemas resueltos por hora como el número de chats que un agente podía manejar simultáneamente aumentaron casi un 15%; el tiempo promedio de conversación disminuyó casi un 10%; y un análisis de los registros de chat mostró que inmediatamente después de que se implementó el nuevo sistema la satisfacción del cliente mejoró.
Léase: con estos sistemas las personas serán más productivas porque van a poder atender más clientes a la vez y todo esto traerá ahorro para las empresas, se presume que también una mejora en la experiencia del cliente.
Ahora bien, en la otra punta del mapa, Montevideo para ser más exactos, en marzo de 2023 se reunieron un grupo de científicos de diferentes instituciones de Latinoamérica para reflexionar y debatir sobre el impacto de estas tecnologías en la región. Como resultado tuvo lugar la “Declaración de Montevideo sobre Inteligencia Artificial y su impacto en América Latina”, que compartimos en este enlace, en la que resalta que tecnologías como esta deben estar al servicio de las personas para mejorar su calidad de vida.
Seguramente tal como afirman quienes llevaron a cabo la investigación las tecnologías de IA generativa, tiene múltiples beneficios, tanto para las empresas como para las personas.
Lo que nos parece imprescindible para que esto último se cumpla es existencia de una ética para regular el uso de la IA generativa, podría ser a través de comités imparciales integrados por empresarios y colaboradores. En otras palabras, la tecnología debe servir para el desarrollo de las personas nunca para excluirlas.