Soft Skills: un patrimonio humano que necesitamos desarrollar

Soft Skills: un patrimonio humano que necesitamos desarrollar

“Soy Ana y estoy aquí para ayudarte, ¿vamos a conocernos un poco más?”, dice una voz metálica desde la aplicación de un servicio. Una escena que se repite cada vez más frecuencia ¿La han vivido? Estamos hablando con un bot de voz y oírlo muchas veces nos produce una sensación de extrañeza, desconfianza.

Experiencias como esta tienen lugar mientras oscilamos entre: la fascinación por la inteligencia artificial que desarrolla este tipo de bots, y el temor a ser reemplazados por ellos. Sin tener en consideración que hay algo que no poseen, y nosotros sí: sean bienvenidas las habilidades blandas.

Estas habilidades, también conocidas como soft skills, son patrimonio de los humanos: la capacidad de comunicación, empatía, adaptación a los cambios, actitud positiva. Todo esto es parte de lo que nos aproxima y nos aleja de las voces como las de Ana.

Y permítanme contarles que no son una novedad, ya en 1918 Charles Riborg Mann, en su “Estudio de Educación en Ingeniería”, las enunció y además aseguró que el 85% del éxito laboral proviene de tener estas, y le atribuyó tan solo un 15% al conocimiento técnico.

Estas características que nos distinguen y diferencian de las tecnologías inteligentes son posibles gracias a nuestro desarrollo emocional.

Algo que paradojalmente, junto con el auge de la inteligencia artificial las empresas valoran cada vez más porque es la manera de construir mejores experiencias para todos. El desafío por delante, tanto educativo como cultural (y esto incluye a las empresas) es cómo ayudar a las personas a desarrollarlas, para que ese patrimonio humano continúe creciendo.