Es impuntual, es conflictiva ¿Cuántas veces nos encontramos “etiquetando” de esta forma a las personas? Como si un comportamiento bastara para definir la complejidad humana. También lo hacemos como líderes en nuestros equipos. Inclusive con nosotros mismos, reafirmando la sentencia en un: “y bueno, yo soy así”.
Parece que hacer esto nos aportara la seguridad, la seguridad que da el conocimiento: sobre nosotros mismos y sobre los otros. Y más todavía, la posibilidad de anticiparnos a lo que va a venir. Lo descripto es una de las formas de lo que se conoce como: pensar dentro de la caja.
Pero con esta práctica solo reforzamos los comportamientos o características que resaltamos. Tanto positivos como negativos, con el agregado que en cualquiera de los casos sobredeterminamos la conducta del otro. Se espera así, que el impuntual siga siéndolo, y si llega a horario en lugar de decir “qué bien”, lo recibimos con un “no lo puedo creer, ¿Qué pasó que llegaste temprano?” Aunque sea en tono de broma, el mensaje de la frase es: “espero que llegues tarde, porque es lo que habitualmente haces”. Por supuesto que vale también para “el brillante”, que, si un día “brilla” menos, sentimos una sensación de extrañeza.
¡La caja, la etiqueta, otra vez!
Además de reforzar el comportamiento (positivo y negativo), esto también deja al descubierto nuestra limitación para conocer a las personas más allá de las etiquetas que les asignamos. Conocemos la superficie y generalmente nos quedamos ahí, en lugar que nos es conocido y por lo tanto seguro.
En parte todo esto se explica por cómo comprendemos el mundo, que requiere clasificar y colocar en una especie de compartimientos lo aprehendido. De otra manera nuestra mente sería un caos. Pero, por otra parte, es interesante de vez en cuando desafiarnos a salir de esas cajas (porque no es una sola). Principalmente cuando trabajamos con personas, darnos la oportunidad de ver más allá de las etiquetas es una forma, buscar otras capas, comprender que todos podemos cambiar y ayudar a que esto suceda.
Un plan para desetiquetarse
Hay que empezar por casa. El primer desafío es encontrar las propias etiquetas y decidir qué se quiere hacer con ellas, las que logremos encontrar. Una por vez, ¿la quiero conservar?, si la respuesta es que no, establecer un plan para “desetiquetarse” (no es tan fácil como en Facebook), por eso si hace falta hay que pedir ayuda. Todos podemos cambiar, aunque no todo, casi todo. Al menos podemos intentarlo. Esta es una de las variantes de pensar fuera de la caja.
¿Da miedo? ¿Se siente vértigo? Sí, a todo, pero es la única manera de crecer y poder ayudar a que otras personas lo hagan. Después de todo, lo mejor de todos nosotros nos espera fuera de la caja.