Es casi un hecho comprobado que en todos los equipos siempre hay una persona que “desestabiliza” la dinámica grupal, ya sea con dichos o acciones que generan malestar al líder, compañeros y que si no se gestionan desgastan el equipo.
Ahora, si en lugar de quedarnos en la sensación de malestar lo viéramos de una manera diferente ¿Si en vez de sentir un deseo irrefrenable de expulsarlos, les diéramos la bienvenida? Porque si lo pensamos detenidamente como son creadores de oportunidades: de mejorar como personas y fortalecer el equipo.
¿Cómo actúa una persona “desestabilizadora”? Con frecuencia promueve situaciones incomodas que pueden o no desembocar en un conflicto. Como diríamos de manera coloquial es quien pone “un palo en la rueda” por ejemplo con un comentario negativo. Y como es lógico a nadie le gusta que esto pase porque que genera malestar. Sin embargo, aunque incomode, es la manifestación de que necesitamos cambiar algo. Es esa oportunidad de la que hablábamos párrafos arriba. Tengamos en cuenta que el cambio que se necesita aparece cifrado, ya que casi nunca es el que se manifiesta verbalmente o de manera fáctica en la situación. Y aquí está el otro desafío: aprender a descifrarlo.
Sería más fácil pensar que si no estuviera esa persona todo funcionaría mejor. Pero esto no siempre es así. Porque la persona de la que nos referimos, podría ser portavoz del equipo, es decir quien manifieste verbalmente algo que todos piensan y no se atreven a decir, ¿Cómo diferencia un portavoz de alguien conflictivo per se? Aquí está la cuestión a diagnosticar.
La única manera de saberlo es hablar y escuchar lo que cada integrante del equipo tiene para decir, de manera individual y también grupal. Incentivar al diálogo, generar la confianza para que cada persona pueda dar su punto de vista, decir cómo se siente y qué cosas haría de otra manera. Esta acción restará poder a quien desestabiliza, para dar lugar a otros integrantes del equipo con nuevas ideas y formas de vincularse. Esto es algo cíclico, es probable, que más adelante la persona que “desestabilice” sea otra, y que se alterne con periodos de equilibrio. Es natural, ya que forma parte de la dinámica de los equipos.
La gestión emocional de las personas es una de las tareas más importantes y desafiantes para un líder, de no hacerlo se producirían daños colaterales en la productividad, en la experiencia de los empleados y clientes. Por todo esto, sean bienvenidos los “desestabilizadores” de equipos.