#Humanizando el liderazgo: Más resiliencia y menos estoicismo

#Humanizando el liderazgo: Más resiliencia y menos estoicismo

¿Cuántos líderes conocieron en su vida laboral?  ¿Y en la personal? Estaremos de acuerdo que en ninguna circunstancia un título o un cargo convierte a una persona en líder. Por eso, frente a estas preguntas, seguramente no hayan encontrado tantos nombres, no tantos como les gustaría.

¿Qué es lo que hace falta para ser líder?  O qué es lo que no puede faltarle a un líder.  Durante mucho tiempo se pensaba en el líder como un ser estoico, distante, al que no le rozaban los problemas y que por supuesto salía victorioso de todas las batallas. 

Hoy, una de las enseñanzas que nos deja la crisis del liderazgo es que estábamos equivocados en pensar de esa manera. Porque para ser líder, primeramente, hay que ser humano [digo aceptarlo] y eso viene con vulnerabilidad incluida. Los golpes duelen, los conflictos turban, angustian, pero hay que hacerles frente, atravesarlos y eso no es sin poner nuestras emociones en juego. Es ahí donde se evidencia una cualidad que no puede faltarle a un líder: la resiliencia.

Podríamos comprenderla como si fuera un “centro de reciclaje emocional”, ya que permite convertir una situación desfavorable en algo positivo, así el conflicto o la dificultad, proceso de por medio se transforma en un aprendizaje emocional y por qué no práctico. En otras palabras, se sale fortalecido. De esta manera, se inicia un ciclo que no termina, porque los efectos de la resiliencia son acumulativos, felizmente guardamos el registro de haber superado situaciones adversas y éste sirve para otras.

¿Si puede adquirirse la resiliencia? Por una cuestión de supervivencia en mayor o menor grado todos tenemos un grado de resiliencia por eso diría que sí, que se puede desarrollar. No conozco la fórmula. Pero creo que el primer paso debería ser aceptar nuestra vulnerabilidad ante nosotros y frente a los demás, eso no nos hace débiles, sino todo lo contrario, demuestra confianza. Y ese camino conduce a la resiliencia, que está directamente relacionada con la autoconfianza, pero aquella que conoce los límites, no la que se asienta en la omnipotencia.  En síntesis, vayamos por más resiliencia y menos estoicismo.